martes, 13 de diciembre de 2011

Alejandro Magno III

Siguiendo con la historia de nuestro hombre, debo decirles para no pasar por mentiroso, que esto es una historia muy volátil. Me explico: dice Seudocalistenes que es mi fuente de cabecera, que el primer amanuense que recopiló la historia, tenía todos los documentos listos, es decir cartas, partidas de bautismo, actas, proclamas, boletas de prendería, notas de servilletas, sumarios, certificados de defunción (ustedes saben que los historiadores se pegan de todo), arrumados uno encima de otro, muy ordenaditos, cuando en esas llegó la mujer, le abrió la puerta de la cueva donde estaba trabajando y se entró un ventarrón, que mandó papeles a la porra.
Como pudo volvió y los organizó, pero la historia quedó como si en vez de andar a caballo, Alejandro lo hiciera en Jet. Se acostaba aquí y al otro día amanecía guerreando en los mismos infiernos. Por eso no se pongan a tratar de seguir la ruta en Google, que se enloquecen. Además ya casi todos esos nombres los han cambiado. Pues lo mismo que aquí, todo político que llega quiere inmortalizar el nombre de su mamá o su moza. No la suya “ombe letor” sino la del político.
Nuestro historiador es Seudo Calístenes, pues el verdadero Calístenes fue el que inventó la calistenia, que según el Pequeño Larrouse Ilustrado “es la actividad encaminada a embellecer el cuerpo y fortalecer los músculos”, que con tanta devoción practicamos a diario Amparito Grisales y yo.
Y repito: sigamos que ahora si están ubicados. Lo primero que hizo cuando se le metió en la cabeza la “inguandia”, de conquistar el mundo fue desenterrar una caleta que dejó Filipo y enfierró a todo mundo. Se inventó la disculpa de que como eran cultos y de mejor familia, mejor dicho la "creme" del mundo, no tenían porque pagar tributo a nadie.
A los viejos que se querían quedar tomando tinto en las mesitas de la plaza, o en las bancas del parque, les asentó las espuelas; que para hacer chismes y hablar mal de todo mundo si no estaban viejos. Se los llevó. Que se fueran detrás, que por lo menos hicieran bulto, que mientras más gente viera el enemigo, más miedo le iba a dar. Si los hubiera dejado cuidando las viejas hubieran hecho más daños que un mico en un pesebre.
De todas partes de Macedonia empezó a brotar gente. Fue llegando hasta el perro y el gato, hasta que ajustó como setenta mil peludos. Unos a caballo, otros con arcos, el resto con garrotes, caucheras, piedras o lo que resultara.
Mientras iba practicando con los ilirios, los peonios y los tríbalos, se le rebotaron los griegos, que le comieron carreta a Demóstenes, que les dijo que Ale había muerto. Pero les supo a leche de perra.
Desde eso la humanidad le tiene tanta ojeriza a los lengüilargos y habladores como Demóstenes y sus alumnos los abogados.
Entrando a Tebas se encontró un músico mas bueno que un diablo, un tal Ismenias y mientras este le tocaba una, los guerreros tumbaban otra. Hasta que acabaron con todo, sólo dejó en pie la casa de Píndaro, por si de pronto necesitaba donde pasar una maluquera.
De aquí para adelante si fue como soplando y haciendo botellas. Cuando iba acercándose a una ciudad, le salía la gente con la vacuna, que ya les dije que en esa época se llamaba tributo. Los más arrancados y los más chichipatos le salían con coronas, higos, maní, queso de cabra, pero nadie manivacío.
Bueno, en unas piraguas se atravesó el mar hasta Asia, se bajó a la playa, clavó la lanza “y muy gritaito y muy zapatiado”, dejó razón a todos que se tuvieran fino, que iba a tirar playa unos días a Sicilia y que ya volvía.
Los romanos, que al igual que los italianos de hoy, no tienen nada de bobitos le salieron con coronas, pero de oro, toda clase de piedras preciosas y talentos, que eran como los euros de hoy y con eso lo tranzaron. Hasta soldados a caballo le prestaron.
Los cartagineses salieron a rogarle que nos les fuera a dañar la ciudad porque no tenían con que pagarle. “Si no quieren pagar tributo deben fortalecerse”, les dijo, en estos días vuelvo y me dan la vacuna o nos medimos los tomines.
En el primer revuelo con los sátrapas de Dario, no le vieron ni media. Les mando un par de espuelazos que no se vio sino el polvero.
Lean con las que se nos viene este Falso Calístenes que a lo mejor lo pusieron así por embustero. Textualmente: “Conquistó Frigia, Licia y Panfilia en la que ocurrió un portento. Como Alejandro no tenía naves, una parte del mar se retiró para que su infantería pudiera cruzar a pie”. O sea el mismo cuentico de Moisés. Ni que el mar fuera una pereirana, que dicen que se abre a todo el que se le pone al frente.
Se apoderó de la caja fuerte de Sardes y como en la batalla anterior también había pañado alguito, empezó a sobrarle y a mandar remezas de talentos y joyas, para los griegos y para Olimpiades: que gastara en lo necesario, que tomara Frescola y Carta Roja y con lo que fuera sobrando le abriera una cuenta en Conavi, para cuando él volviera.
Bueno dejemos por hoy que con este clima tan cambiático, da mucho sueño.

Benicio Uribe E.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Preservativo con Viagra.

Preservativo con Viagra.

Todos los días recibimos con asombro noticias de los avances científicos.
El avión supersónico, por ejemplo, nada le dice a alguien nacido la semana pasada; pero a quienes nos tocaron las avionetas Cessna de los hermanos Ossa, el viejo avión de la II Guerra Mundial de la empresa Aerotaxi, que piloteaba Paul Arredondo, o los inolvidables lecheros DC3, que en todas partes paraban a dejar y recoger, gente y mercancías.
En una ocasión viajé a San Benito Abad, en una pequeña avioneta con el capitán Jaime Castro. Mejor sería decir que en una cometa con motor de gasolina. Pero el viejo aviador, como se les decía, era un maestro y el viaje fue exitoso.
Aprovechó el veterano piloto, para llevar a una vivienda que estaba construyendo, materiales y dotación para un baño. Después de mucho tiempo de escuchar el sonsonete y ver voltear la hélice me tocó preguntarle, si no era posible acelerar la llegada, pues de lo contrario tendría que inaugurar el sanitario que llevaba en la bodega.
Pero es que me cuenta mi amigo Dario Anggee, que en estos días se montó en un Airbus en el Aeropuerto Mario Aramburo de Andes y no había terminado de pagarle a don Gabriel Vélez la acomodada de las maletas, cuando un cotero ya le estaba reclamando la propina en París.
Claro que este ilustre hijo de Puñaleto, es campeón en velocidad: una vez quedó en medio de una balacera, que sostenían Alfonso Taborda y otro negociante de café, cuyo nombre se me escapa. Pues si, gracias a su velocidad Dario salvó la vida. Vio venir la bala directamente hacia su frente y rápidamente se agachó.

Soy testigo de cómo en el Colegio, con una mano se alzaba un mechón, mientras con la otra extendida, mostraba el recorrido del proyectil y nos preguntaba de manera inocente si estaba trasquilado.

Las tabletas digitales. No se explica uno como estas maravillas ya andan en bus, en carretas recogedoras de escombros, es decir se han metido en todo. Pero es que eso de pisarles un botoncito que dice ONN y saber de manera inmediata. Léase bien, en “Tiempo Real” la marca y el color de los calzoncillos del mismísimo Papa. Esto es, para los que no saben de estas cosas de los “sistemas”, los que tiene puestos en estos momentos, remojados en Agua Bendita, bendiciendo parroquianos boquiabiertos, en la Plaza de San Pedro, desde el Balcón del Vaticano, no los cagados que se quitó anoche, ni los planchados que se pondrá mañana. La machera de aparato, como dicen “las niñas bien”.

Especialmente la medicina si la revolcaron los (e)nanorobots.
Eso de que le metan a uno por entre las venos algo así como un Chapulín Colorado, después de tomarse un frasco de “Chiquitolina”, no lo imaginé nunca. Pero que además, esa miniatura llege a una mole de colesterol y de manera inmediata, le vacie un “nanotarro” de Diablo Rojo y ¡tun!, colesterol para la porra. Que siga caminando y encuentre una “fuga” en una vena, aneurisma, decimos los médicos y la selle con Pega Loca, es de no creer. Pero ahí están las pruebas. Ustedes conocen los automóviles clásicos, latas viejas, pero motor como nuevo.

Viejitos que antes se veían con la lápida pegada, no me hagan decir de dónde, ahora andan de gafas deportivas, pantaloneta y chanclas, comiendo y bebiendo de todo, bailando como trompos “zangarretos”, evidencian de manera palpable los avances de la medicina.

Pero lo que si me impulso a escribirles, porque un sapo de estos no se lo puede tragar uno sólo. Hay que compartirlo para descargar este asombro.
La noticia es la novedosa aparición en el mercado del Preservativo con Viagra.

¡El viejo Con Don!, que seguramente lo pusieron así, pues se debía usar cuando se iba a hacer aquello, con el Don (Doña ), que no era. Acuérdense de “la altiva señora del banquero que tuvo un hijo negro siendo mona”.

Estaba ese “señor” casi desaparecido del mercado debido a la caída de esas “talanqueras” morales y sociales, pero lo salvó el cuento del Sida. Ahora se recomienda utilizarlo hasta con cualquiera de las Once Mil Vírgenes, pues de pronto la enfermaron con una aguja “paquidérmica”. Eso le dio un nuevo aire.

Yo conocía de viejos “casados”, me refiero a pareja de productos que se complementan maravillosamente: empanadas con ají, chorizo con arepa, naranjada con hojaldra, velitas con coco, ñame con suero costeño y todo ese tipo de delicias que los hacen babiar, pero Preservativo con Viagra……¿Cuándo me lo iba a imaginar? Eso si es la tapa del congolo en creatividad. Estoy seguro que será el próximo Premio Nobel.

Me propongo tratar el tema con mucho tino. Aunque en Colombia, Nuestro Tino es nuestro mayor desa”tino”. Ya sabrán que me refiero al Tino Spray, nuestra gloria deportiva.

Recuerden que en alguna ocasión unas camarógrafas morbosas, que oían decir que la “vedette”, tiene un “mercado” tan grande que parece comprado en “Makro”. Le propusieron tomarle una foto en “bola”, en bola negra, por supuesto, con un sombrero “vueltiado” como único atuendo, para publicar la impúdica foto, en una importante revista. Pero como el “negrito”, es tan “descabezado”, no encontró para ponerse el sombrero, otro lugar que tapando lo que las viejas querían ver. Las dejo “con las patas lavadas“.

No es fácil entonces esto de tener tino. Pero es que debo contarles, que como llamé tan interesado, a preguntar por el novedoso producto, me ofrecieron la distribución exclusiva del producto.

Me proponía al terminar este año, conseguir los documentos con todos los requisitos que me exigían.

Pero definitivamente, no se que van a hacer los científicos. ¡Cada vez El Mercado exige más!

Lean lo que me dijo el primer viejo cuando se lo ofrecí: Se lo compro, pero si me vende el kid completo: CON CUCA Y TODO.

Benicio Uribe E.

Septiembre 10 de septiembre de 2011.

sábado, 3 de septiembre de 2011

El Padre Roldan y Malasombra

El padre Roldán y Malasombra.

Siempre dijeron las señoras que el padre Roldán era un ministro de Dios muy humano. Más tarde lo entendí, cuando observé que como tal se recreaba en los mismos placeres que gustaban a los hijos de Eva: el traguito, las mujeres y la platica; de lo cual dan fe los fieles de las muchas parroquias de sus primeros años de ejercicio sacerdotal, de las cuales hubo de ser "trasladado" cuando al señor obispo “se le llenaba la taza¨, con las quejas por sus pilatunas.

Los ¨sapeos¨ de los feligreses, como él los llamaba, enterando a la máxima autoridad de la diócesis de las andanzas del curita, terminaban con la disculpa de que eran chismes de los ¨chusmeros¨ liberales, que querían acabar con la Iglesia.

Reconvenido y preavisado, pero absuelto y con votos de regeneración, regresaba el padrecito a su labor pastoral.

Cuando hablamos de padrecito hacemos alusión a su baja estatura corporal, pues era por todos tenido como grande en santidad y sabiduría.

Cansado el señor obispo de Jericó de luchar con esta oveja descarriada, resolvió castigarlo mandándolo como coadjutor a la vereda La Clara. La escasez de pastores y la abundancia de almas por atraer para el Cielo obligaban al Obispo a tratar de encaminar al díscolo curita por el camino del bien.

Era La Clara una vereda apartada del municipio de Salgar. Su acceso por camino de herradura y lo trasmano para todo tipo de comunicación garantizaba por lo menos al señor Obispo, la no frecuente recepción de malas noticias del presbítero.

Sabedor nuestro buen hombre del agua que lo mojaba, para recorrer caminos escarpados, estrechos y pantanosos, se compró en Salgar la mejor mula: grande, robusta, elegante, ligera y mansa, De ahí en adelante adquirió apellido el noble animal: pasó a ser LA MULA DEL CURA.

Octavio Ochoa, talabartero reconocido de Salgar, aperó la sacra mula “a todo meter”, como dicen allá, hecho lo cual se adentró el santo binomio hacia su destierro.

Todo parecía favorecer la hoja de vida de nuestro cura, pero el diablo es diablo y lean lo que pasó:

Llaman al padre a Medellín a dar vuelta a su anciana madre, que estaba muy enferma, y el buen hijo viaja en forma inmediata a atenderla y acompañarla.

Recuperada la señora, especialmente con el afecto y bendiciones de su santo hijo, organiza este, el viaje de regreso. Como último deseo de madre, le pide al sacerdote que se lleve bajo su divino manto a un nieto descarriado, para que con el ejemplo de las buenas costumbres del sacerdote, lo lleve por el camino del bien.

Era convaleciente el nieto de una puñalada que le pegaron en Primavera, peleando por una ¨vieja¨, y de la cual escapó con vida, sólo porque Chuchito lo tenía para grandes cosas, como más adelante se sabrá. Pero además, para reforzar, había visitado con la abuela al Señor Caído de Girardota y le había prometido no volver a jugar con dados cargados, no visitar más a mujeres de mala vida, ni volver a alzar el codo. Un joven así de ¨acondutao¨ estaba “que ni pintao¨ para sacristán.

Además, reafirmó la abuela su tesis con el cuento de que… los habitantes de La Clara se iban a sentir orgullosos de tener en la casa de Dios un ayudante tan bien parecido, tan ¨entendido¨ y, sobre todo, tan buen conversador.

Antes de entrar a Salgar, ¨arribita¨ del puente Restrepo, se bajo el Cura de la “escalera” tomaron en Medellín. No quería nuestro santo sacerdote que la picadurita de mosco que le había recomendado su madre, se enterara de las tentaciones que La Cañada de Cosme, ofrecía a personajes tan proclives a la juerga como nuestro Malasombra, que así se apodaba el sobrino de marras.

Al pelo todo, no reposan en los anales de la Inspección de La Clara quejas contra ninguno de nuestros dos ilustres personajes; ninguna comunicación de la diócesis, ni habla la tradición lugareña de alteración alguna. Es posible que los parroquianos por temor a quedarse nuevamente sin intermediario celestial hubieran perdonado algunos pecadillos. O que poco significaba para estos recios hombres, curtidos en la violencia que los azotó tan duro, un curita y el sacristán bailando y bebiendo en la fonda, y entrando amiguitas a la casa cural.

Sólo menciona la historia, de romerías para La Plancha, salves en Montebello, misas en Troya, peregrinaciones al León, es decir propagando la fe en esas tierras de Dios. Eso sí, animados regresos con cafecito para el Señor Caído, pasilla para la Virgen, yucas y plátanos para San Isidro, pintura para la capilla, cemento para la casa cural, gallinitas colgadas en la cabeza de la silla, y los billeticos que salían de debajo del colchón campesino, en las alforjas, es decir, todo era generosidad para cura y acólito tan queridos. Ni se veía la mula, de lo tapada en regalos. Atrás, Malasombra con un costal al hombro, renegando con lo que no se le pudo colgar a la mula.

Pero como ya habíamos dicho, el diablo es diablo, y cansado nuestro Malasombra de oír a los lugareños, que bajaban los domingos al pueblo a mercar, o mensualmente a la feria de ganados, las historias de fiestas, carreras de caballos, jugarretas de dado, y toda clase de parranda, se inventó un dolor de muela muy agudo: se hinchó la cara con un “culo” de avispa y lloró hasta convencer al Cura que le debía prestar la mula, y hacerle un adelanto de sus honorarios de sacristán, para buscar al dentista, pues argumentaba que no creía en remedios caseros, que la Veterina lo hacía vomitar, que los emplastos nunca le habían servido.

Con la plata del adelanto, y reforzado el bolsillo de atrás con los billetes gruesos que caían a la ponchera, arrancó nuestro enfermo ¨con cara de yo no fui¨ a buscar ayuda médica.

Llegó nuestro hombre a la plaza principal de Salgar y amarró “la mula del cura” en un piñón, al pie del quiosco. Pidió para él un aguardiente y “lo que quieran para los señores”. Poco a poco se fueron acercando los vagos del pueblo a joven tan formal, con cara de respetable y tan buen comprador.

En estas y las otras le preguntaron con mucha timidez si le gustaba echar a rodar las ¨muelas de santa Apolonia¨. Malasombra respondió haciéndose el ¨pendejo¨ que algo había visto jugar en su natal San José, donde sobre todo había aprendido de honradez y decencia en el juego. Pero que sólo se atrevía a jugar con unos dados de parqués que le regaló la abuela, para que no lo fueran a tumbar con dados cargados.

Se entabla la jugarreta y se riega como pólvora la noticia de que había llegado a jugar un ¨marrano¨ con plata.

Treses de a dos pesos para usté; cuatro y uno en pinta para usté; y lo que le queda en paro. Cinco, con aquel, a que gano.

Mientras se persigna un ñato los ¨peló¨ a todos, les dio el pésame por lo de malas que habían estado, y les prometió volver, a darles desquite.

Desamarró la mula, montó en ella, y antes de que cayeran en cuenta de lo que les había pasado, salió en la mula trotando, calle abajo.

Para celebrar la moñona, amarró la mula de las rejas de la ventana de una cantina en Salgar Viejo, sobre la carretera principal. A la vista de Dios y todo el mundo como decía mi mamá, y decidió entrar “a tomarse el último¨.

En la cantina encontró nada menos que a la tete’ caucho, mujer famosa por lo pródiga en caricias, así llamada porque en una pelea le habían cortado ¨UNA¨ de un peinillazo, y para sostener el brassier utilizaba media pelota de letras. Recuerden que no existía la silicona.

Baile aquí, y brinde allá. Y se prolongó el encuentro bajo el amparo de Baco.

Unos campesinos que pasaron para La Clara, a la madrugada siguiente, alertaron al padre Roldán del lugar donde estaba amarrada la mula.

Conocedor el cura de que sólo a él le entregaría su sobrino, su preciado animal, corrió a retirarla de sitio tan peligroso.

Desamarró el reverendo la mula, y salió cabizbajo a montarse, resguardado de las curiosas miradas; pero con tan mala suerte que en ese momento pasaba una ¨escalera¨ con un paseo de las Madres Católicas de Salgar, que iban a comerse un fiambre en La Higuerona.

“Adios, padre Roldán!, le gritaron, todas a una.

El Padre se detuvo, se rascó la cabeza, pensó un momento, y volvió a amarrar la mula.

La dama que salió, cuando el padre tocó la puerta de la no santa casa, le dijo que no fuera a decirle nada a ese señor Malasombra, que estaba muy borracho y muy grocero.

¡Cuál borracho, y cuál grocero!..., ¡llámeme otra puta!, que ahora estamos echados todos dos.

Benicio Uribe E.

Glosario:

Llenar la taza: Cansar a los demás de aguantar una situación.
Pilatuna: Forma casta de llamar las malas acciones o pecados.
Sapos: Testigos que contaban sin necesidad y en forma gratuita lo que no les importaba.
Chusmero: Activista provisto de peinilla o machete para castigar a su opositor político.
Agua que lo mojaba: La situación difícil, que se acerca, o en que se halla.
Coadjutor: Les recomiendo preguntar a un curita amigo. Hace muchos años lo oí.
Acondutao: De muy buenos procederes, y solapadito el hijueputa.
Entendido: Sabedor de muchas cosas
Que ni pintao: El mejor para el caso.
Picadurita de mosco: Mala persona un poco disimulada.
Al pelo: Muy bien
Muelas de santa Apolonia: Casto nombre con que se bautizaron los dados.
Puta: Mujer de mala o buena vida, según de donde se mire.
Marrano: Persona de poca experiencia en alguna actividad, especialmente en el juego.
Pelar: Dejar sin una moneda.
Ponchera: Utensilio de cocina, utilizado para recoger la limosna. Las monedas lanzadas hacia arriba hacían al caer un ruido que despertaba a los que se hacían los dormidos para hacerle conejo a la Iglesia.


jueves, 25 de agosto de 2011

Carta a Bolsillo

Carta a Bolsillo.
Querido amigo Bolsillo. Hago este viraje subliminal a tu apodo, para señalarte el lugar donde debieron permanecer tus puños aquella fatídica noche. Muchas veces, actuando como director técnico, te vimos pasear de un lado a otro, furioso, con lo cachetes inflados y los ojos brotados, los puños en los bolsillos de la camisa de la sudadera, para no “matar y comer del muerto” con los errores u omisiones de tus dirigidos.
Inteligente decisión esa de mantener las te manos en los bolsillos de la chaqueta, pues si las hubieras llevado a los del pantalón, estarías herniado o mutilado.
Sólo te veíamos esgrimir las manos, para enfrentar las críticas de los fanáticos o para auparlos contra el contrincante. Hasta ahí, “vaya y venga”, pero enarbolarlas para propinar a tu enigmática compañera cuatro “jabs”, si fue “la que el gato no tapó”, como decía mi tía Mirian.
Muchos días pensando en escribirte, buscando argumentos para “dorar la píldora” a tu favor, pues tienes méritos que todos los colombianos te debemos reconocer. Pero me he abstenido de hacerlo, por temor a que me ocurra lo que le pasó a la Senadora Natalia, que “empeoró la mejoría”. Perdón Natalia es la modelo: “si la cascaron fue porque se la gano”. La ley del Talión del bajo mundo, de la camorra, en las altas esferas legislativas del país.” Manes de la democracia”.
O el alto dirigente de la Federación Colombiana de Futbol, quien a mi modo de ver, también quedó cobijado con el guiño del Señor Presidente Santos para tu retiro: “no podemos correr el riesgo de perder la clasificación al mundial de futbol”, rebuznó.
¿Qué le tendremos que tolerar o alcahuetear a nuestro entrenador de futbol para ser campeones mundiales?
Le diste un plato suculento al periodismo amarillista del país y a veces pienso que lo de revelar el nombre de tu acompañante se lo estén guardando para el postre. Pero bueno, son los riesgos de la vida pública en un mundo que necesita para su goce “hacer leña del árbol caído”.
Si hubiéramos hablado antes te hubiera trasmitido la enseñanza que recibí de la señorita Lorenza: “a la mujer no se le debe tocar ni con el pétalo de una rosa”.
Yo no le hice caso del todo y algo me he defendido, pero mi querida educadora, por ser tan apegada a esta norma, a sus cercanos ochenta, todavía es “Señorita”.
Uno nunca sabe que le depara el destino. Por lo pronto te estoy recomendando para entrenador nacional de Boxeo.
Un abrazo.
Benicio Uribe E.
Agosto 25 de 2011.

jueves, 21 de julio de 2011

Mi vendedora de seguros


Mi vendedora de seguros.
Así como lo digo. Mi vendedora de seguros. O mas elegantemente mi asesora.
Si no fuera mía ¿Cómo haría para verla hasta en la sopa? En todas partes me la encuentro, me llama, sueño con ella. Bueno, pesadillas pero de todas maneras, sueños. Ni crean que sueños eróticos. Si así, sin darle confianza, me lleva cómo me lleva, ¿Qué tal que se me ocurriera un mal pensamiento? Me tiene como “poseído”, pero del demonio.
¡Vos si sós ingrato! Me refriega. ¿Cómo que no te acuerdas de mí? Si yo soy amiga de Fulanito. Nos conocimos en Tal Parte. Y dele.
No me quedó más remedio que arriesgarme: pues claro ole.¡ yo si soy elevado! Si vos sos Rosa María, la de Maceo. Balbuceo tratando de acertar. No mi querido. Yo soy Luz Mariela, la de Frontino.
Bueno mija sigamos la conversa que yo no doy bola. ¡Con esta memoria!
El que al parecer, según van las cosas, pasará a mi historia, como un fatídico encuentro, ocurrió en la vigésimo tercera convención de escritores varados y frustrados (CEVF). Allí se apareció con una pinta como de filipichín. Aunque a decir verdad, primera vez que se me ocurre pensar ¿si habrán filipichines hembra?, es decir filipichinas. No la describo porque quedo en evidencia.
Andaba con otra amiga, esa si “muy tiesa y muy maja”. No me atrevo a pensar, que hacía parte de la conspiración. Pero ¿Quién va a llegar sola a una barra de patos? Saludó a todos por el nombre y con semejante información, tocó: síganse y se sientan.
¿Un aguardient…? Si, si, si, si. Pero un momentico: que no tengamos que rogar tanto. Agregamos de manera alegre, sin saber lo que nos corría pierna arriba.
Aguardientico va, ¿cómo es tú teléfono? chiste viene ¿Dónde es que vivís? ¿Cerquita a Perano? Ve, yo como voy de harto por allá y “en menos que se persigna un ñato” estábamos todos, más reseñados que un extraditable.
Unos días después pasaba yo, no les digo por donde, pues eso hace parte de la reserva sumarial. Y me voleó la mano con efusividad de vieja amiga. Casi que no la distingo, porque ya, no tenía eso que los filipichines se ponen en la cabeza y que tampoco puedo decir. Pero por pena de hacer un desaire, me acerqué y sin saber cómo, ya estaba sentado a su lado.
¿Cómo les acabó de ir en la Convención? Muy bien, ponencias muy interesantes, va a empezar una Locomotora a darles una sopita diaria a todos los escritor….
Oiste ¿vos cuántos es que hijos tenés? Que me acuerde once, contesté tratando de volverlo charla. Ah…. Pero les hizo muy buen tiempo en la Convención. Si ole, todos los asistentes estaban muy contentos porque (empecé tratando de extendérmele bastante para no dejarla hablar, porque me pareció sospechosa la pregunta).
Pero nada. Me suspendió y retacó. Oiste ¿vos tenes póliza de seguro? Y me empecé a marear. Creo que me puse pálido, se me bajó la presión. Si digo que sí. Malo. Si digo que no. Malo. Si digo que no sé, peor.
Sí, tengo una póliza muy buena.
Ah….
Y ¿Cómo te parece lo de Obama? Ya están los bancos empezando a devolverle los cheques.
Esta si es mi oportunidad, pensé para mis adentros. A mí que todos los días me llaman de la Usa. Que en la Guait Jaus (la llaman la Casa Blanca, porque no tuvieron con que pintarla y apenas les alcanzó para una “manito” de cal) están comiendo puro “arroz pelado”, es decir sin una “brinchita” de carne. Que a Rosmira la del servicio hace tres meses no le pagan. Que mandaron un Obamita chiquito a la tienda de la esquina por un cuarto de sal. Nanay. Que ya a esa libreta no le caben más apuntes.
Le cuento que los invite para que se vinieran una temporada para Hispania, mientras pasa la borrasca. Que por lo demás, ellos con ese colorcito que se mandan, quedan mejor comiendo yuca y plátano, que cereales con jugos “light”.
Pero nada, ni siquiera las desgracias de esos negritos conmueven a Mary.
Pa´lante . Y… ¿Cuánto pagas de cuota mensual? ¿Trescientos o cuatrocientos? Cierro los ojos y trato de esculcarme a cuál de las dos cifras me parezco más y se me viene una idea que me hace creer que me voy a lucir. ¡la cuota es anual!
Y ¿Cómo te pareció el penalti que botó Falcao? Pregunta que sin duda es para disimular, pues intuye que se está volviendo muy evidente la entrevista.
Yo que me vi el partido sin espabilar y me quedé con el Pirata hasta medianoche, comentando las tristezas del futbol colombiano, ahí mismo le suelto la retahíla.
¿Oiste y te devuelven plata? Porque muy maluco uno pagando un seguro para cuando se muera.
“Vos pagás una cuota y cuando necesités plata ellos te la devuelven”. Esa fue mi oportunidad: Oites vos y ¿no será que ellos me pagan una mensualidad y después me buscan para que yo les preste?.
Me logré salvar porque en esas llegó un “marrano”, feliz porque pudo amarrar su mula en un poste y llegar a concluír el “negocio”. Ya debe estar metido en una póliza de once varas.
Salí volando y cuando me sentí a salvo empecé a caminar despacio y a meditar.
Me sumergí en recuerdos.
He tenido toda clase de pólizas. Recuerdo cuando don Libardo Serna y Julio Tabares, hacían trueque de pólizas por frisoles y arroz.
A don José Betancur le aplicaron una que pagó toda la vida. Pero “el frisolero” duró tanto, que a nadie le tocó nada, pues cuando murió don José, ya hacía mucho tiempo habían hecho lo mismo los citados agentes y las compañías Aliadas y Seguros Bolívar habían sido liquidadas.
“Para que tu familia no tenga problemas cuando te mueras”. “Porque tu muerto, que problemas vas a tener”. “Incluye gastos de entierro”. Mejor dicho a vivir tranquilo.
¡Tranquilo! La llamada diaria ¿vas a dejar perder esa póliza tan buena? Y que va a hacer la pobre señora con todos esos “buchichorriados”. Mija pero si pagué ayer. Y riposta: pero es que ya llevabas veintinueve días de vencido.
Después se apareció mi primo Care Nudo, con las novedosas pólizas en dólares. ! Pedía una botella de Aguardiente en el Bar Ganadero, cada que le delatábamos un presunto cliente. Fuimos informantes. Te las pagan, mejor dicho: ¡puros verdes para la viuda!
Después, la llamada de siempre: aprovecha a pagar hoy, que el dólar bajó. ¿y será que me toca esperar a que el dólar suba para estirar la pata?
La verdad, todas mis pólizas se han muerto primero que yo. Su póliza expiró. Es decir se murió. De una muerte muy dolorosa. Por inanición. Por no tener con que darles el sustento mensual. Me avisan de la Compañía.
¿Por qué si la póliza se muere, no me pagan el seguro a mí? 0 ¿es que tiene otro?
Y yo aquí dando lidia. No he tenido la oportunidad de morirme para ensayarlas. Para comprobar si es verdad todo lo que prometen.
Pero de todas maneras tienen sus ventajas. No me han dejado engordar. Por eso soy tan esbelto.
Volviendo a mi preocupación diaria. Por precaución estoy yendo a la oficina en la maleta de un taxi y entro por el ascensor del garaje, mientras me crece la barba y me traen de la USA un sombrerito y un vestido de los que usan los AMIS.
Pero vean como son las cosas. Al amigo que me referenció ya le mande celebrar, en agradecimiento, tres misas: de REQUIEM.
Y me empezó el síndrome del secuestrado. Estoy empezando a creer que mi vendedora es una vieja muy verraca y arriesgada: ¿ofrecerme un seguro de vida?
¡A mí! Que sólo me falta que me pongan los dos taponcitos de algodón en la nariz y me tiren al cajón.
Benicio Uribe E.
Julio 21 de 2011.







jueves, 26 de mayo de 2011

FMI, escándalo internacional a lo paisa.

FMI. Escándalo internacional a lo paisa.

Señor.

José María Jaramillo Botero.

Excelentisimo

Señor Embajador

De Pácora, Caldas.

Paris, Francia.

Mirá, Chepe en las que andamos:

Cómo te parece que hace más de un mes, sacamos la plata de la Natillera FMI ( Fiéladelfia, Manizales, Irrá ), de debajo del colchón, porque eso sí, nosotros ni de fundas pagamos el tal cuatro por mil. Mandamos a Mingo el administrador, para la “extranja”, a comprar los regalos del día de la madre. Porque aquí, ni comprándolos en el “gueco”, nos hubiera alcanzado.

Y lea lo que pasó:

Me llamó como de Francia, no le pude entender ni en qué pueblo anda.

Que llegó, pues a Niuyor, se bajó de la línea y corrió, para un almacén grandísimo, que montó un montañero de allá, un tal Guolmar. Que ni juntando todas las cacharrerías de Manizales, hacen una como esa.

Empezó a echarle cosas a ese costal: diademas, chanclas, cucos, sostenes de todos los tamaños, en fin. Vos sabes cómo somos los montañeros. De todo lo que se antojó. Y a pesar de lo “avispado y entendido pa´los números”, cuando pagó, se quedó casi pelado.

Se fue a rebuscarse una dormida barata, donde le entendieran pa´ poder “canaloniar”. Llegó a la pensión de una tal Rosa, que dizque es de Cañasgordas. El llegó muy lambón y zalamero. Pero nada. Por siete mil pesos ¡vea! y le hizo “pistola”. A dormir en la pieza de la ”dentrodera”.

Como no había sino una cobija pa´los dos y la vieja no lo dejaba arrimar, destapó una botella de Aguardiente Antioqueño, tapa roja, que le quedaba, pa´l frio. La mujer siempre le alcanzó a recibir como tres tragos y echaron carreta hasta que se quedaron dormidos.

Como Mingo sufre de la próstata, despertó muy ligero, se terció al hombro, el costal con los regalos y arrancó pa´ la flota. Como no vio a nadie por ahí, porque estaba muy temprano, se subió en el capacete de una escalera, se tapó con una estera y se quedó dormido.

Pobre hombre. Cuando despertó, estaba Rosa con dos policías, un tacón en la mano, el pelo medio cogido con un pedazo de cabuya, acabada de levantar. Y pidiéndole a esos policías que lo detuvieran porque había violado la “señorita del servicio”. Al principio pensó que tenía un guayabo con “delirium tremens”.

¿Cuál violado? ¡Si está más rota que la bandera de Palo Negro!, se bregó a defender.(1)

¡Cómo es de boba Rosa!. Si se pone a “piconiar”, que era que se le había “conejiado” una dormida de “mugres” siete mil pesos, ahí mismito, lo hubieran soltado. Como aquí en Colombia. ¡Delito de menor cuantía! Y como esos místeres no le entendían ni mú, se puso a hacer gestos para explicar lo de la violación. Que si la hubiéramos visto.

¡Nada! decía Rosa regada, que chupe por ladrón, pa´ la guandoca con ese violador.
Pues sí, ordenaron examinar a Mingo y claro, al otro día, de casi una botella de tapa roja, cualquiera da “positivo”. Por eso la propaganda: “Aguardiente Antioqueño, sabe sabroso y hace sabroso”.

Mingo es muy “carretudo”, él se crió, de culebrero por aquí y con esa cara de bobo que tiene, le digo que embolata un duende. Dejó empeñados los regalos en la permanencia y del miedo cogió el primer camión que salía, dizque fue a parar a Francia y de allá me llamó.

Pero ¿qué? Ya el chisme el chisme se regó como pólvora, a la permanencia llegó un periodista, más escandaloso que los de aquí. Pa´ poderlo sacar en el guasinton pos, lemonde, CNN y el times de niuyor, le cambió el nombre. Ya no se llama José Domingo Estrada Cano, sino Dominique Strauss Kahn y la natillera Filadelfia, Manizales, Irra, ahora dizque es el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El cuento está regado, si un chisme en español, le da tres vueltas a Salamina en media hora, como será en varios idiomas. Le tuvimos que quitar la “coloca” de administrador de la “natillera”. A pesar de que no se nos llegó a “descuadrar ni una vececita”.

Ya la mujer se dio cuenta y me está preguntando donde está, pa´ mandarle la ropita.

Señor embajador, yo le dije que te buscara para que le ayudaras. Pero ni de “fundas”, no lo vas a dejar venir. “Conseguile” un puesto donde tenga que trabajar bien poquito, aunque sea de celador, ( casi escribo senador ), que si aquí con tanto ladrón roncan toda la noche, como será una coloca de esas por allá.

Vos sabes lo “apoltronado” y lo viejo que está, pa´ venirse a agarrar un azadón o un canasto a coger café, que es la única peguita que resulta por aquí.

Benicio Uribe E.

Mayo 24 de 2011.

Posdata: si hubiera sabido que ese bobo iba a “templar”, por allá te hubiera “mandao”, alfajores y bizcochuelos de donde las Echeverri en Pácora. Pero si te manejás bien, cuando “vengás”, te voy a invitar a desayunar con huevos al vapor en Salamina.

(1) Si no sabemos por aquí, que fue lo que le pasó a mi tatara primo Rafita Uribe U. con la "Bandera de Palonegro", van a saber por allá.

viernes, 20 de mayo de 2011

Fantasma, Grabiel Botija y otros.

Fantasma,Gabriel Botija y otros.
Agradecimientos.
Por sus aportes a:
Sergio Restrepo, Jairo Rin, Eduardo Posada y Mario Uribe.
Celebra, el Municipio de Andes, desde mediados del siglo pasado, con mucho alboroto, la llamada Bienal Katía. Bien por la primera parte del nombre, pero me atrevo a decir que de Katía, sólo queda, que ocasionalmente, unos pocos aborígenes aparezcan con su vestimenta autóctona, en algunas comparsas, de lo poco de cultural, que ahora tienen las tradicionales carnestolendas. Cada vez eso sí, es más frecuente la presencia de yagaries y tascones confundidos en la turba de festejantes.
Me refiero a las que me tocaron, que tenían de diferentes a las de hoy, que representaban un más alto porcentaje de la parranda anual. Pues por aquellas calendas, era demasiado complicada la presencia de artistas de renombre, los equipos de sonido y toda la parafernalia que alrededor de estos eventos se mueve.
Era frecuente y objeto de burla, ver la llegada de artistas de renombre “mas empolvados que cucaracha de panadería” en épocas de verano o embarrados “de la cola hasta la crin”, después de transboradar, tres o cuatro veces por derrumbes y llegar encaramados, en el capacete de una “línea” o camión de escalera, cuando no les tocaba en el “volcó” de la legendaria “tres putas”, de propiedad de un reconocido joven del pueblo, en cuya cabina se decía, paseó, más de una de aquellas damas. El flamante automóvil, último modelo, en que salían, chicaneando los artistas de Medellín, quedaba atascado en el primer revuelo.
Una sacudida de un sombrero de charro mexicano, para liberarlo del polvo, al frente del hotel Don Camilo, era semejante a una tormenta de arena en el desierto y la garganta había que empezar a “destaquiarla”, con el etílico preferido y hubo momentos en que alguien sugirió el “Diablo Rojo”. Hasta escupían adobes los pobres artistas. De los “equipos de sonido” ni hablar.
Hoy es “pilado” y las fiestas son casi semanales. Los “grandes artistas”, (Pipes, Nachos, Luchos, Chachos, Chuchos), ahora pululan y la enorme competencia en los grandes centros urbanos, los obliga a desplazarse a las parroquias pueblerinas casi semanalmente. Se han vuelto hasta cansones, mejor dicho, se perdió la gracia.
Desde uno o dos meses antes, empezaban los populares reinados, competencia entre dos o tres jóvenes bellas y avispadas para conseguir recursos, en bailes, bingos, riñas de gallos y toda clase de espectáculo ; lo cual nos iba entrando en confianza; algo así como las prácticas de calentamiento, para la Maratón Etílica, que significaba la semana principal del evento.
La niña que más dinero recogía para la obra social, a la que se dedicaban las fiestas, se proclamaba como nueva “Reina Katía”, en solemne ceremonia en el hermoso y hoy desaparecido teatro Minerva y seguida elegantísima fiesta en el Club La Rochela. Con discurso de fondo de algún personaje importante de la vida nacional.
Pues sí, “llegaba hasta el perro y el gato”. Pero especialmente debo destacar que había “carrumberos” especializados. Personajes que “eran perros de toda boda”, no se perdían media. Iban como gitanos recorriendo pueblo por pueblo, hacia donde se anunciase carnaval. Algunos servían para calificar el evento: “Fiestas sin Fabio el Sordo y sin la Paleta no son fiestas” se oyó decir.
Los había especializados en “jugarretas”. “Perros” de profesión, personajes curtidos en el arte de la trampa y la ventaja, para limpiar los bolsillos a incautos, que ilusionados por los fajos de billetes, que les tallaban en las mesas o por la “carnada” que les tiraban, dejándolos ganar una que otra “paradita”.
Con la disculpa de recoger recursos para el hospital o cualquier otra obra social, se hacía un “remate” de los juegos de las fiestas. De tal manera, que por unos pocos pesos frente al tamaño del negocio, se expedía “patente de corso” a esa “perramenta”, especializada en dejar campesinos bisoños en estas artes o “marranos”, como ellos mismos los llamaban, “más pelados que culo de angelito”.
Llegaban además caballistas, personas que aprovechaban estos eventos para disfrutar y lucir sus equinos, por ejemplo debo referirme aquí a Don Eduardo y Dario Posada, manejaban muy bien “el pico y placa”: cuando no estaba parrandiando el uno, lo hacía el otro. Poseían y cuidaban, una cuadra de equinos bien adiestrados, en la dura tarea de pasar una semana rastrillando en las calles, montando damas al anca, exhibiendo sus andares, en fin. El que quedaba en la casa “estaba en cuido”, asimilando a humanos esta expresión, que señalaba el tratamiento al equino, que se preparaba o debía reponerse del trajín de unas fiestas.
Pues sí, hoy las fiestas consisten en oír unos locos gritando y haciendo bulla toda la noche en una tarima. Por aquella época, el evento central era la cabalgata. Se ensillaba cuanto “guelengue” había, “hasta el palo de la escoba”. Y se evaluaba el disfrute de las fiestas de acuerdo al número de horas que se hubiera pasado “horqueteado” en un “táparo”. Y el día se desenguayababa en agradables tertulias, que continuaban cuando los caballos iban a pesebrera.
Los “binomios”, como hoy llaman el conjunto de caballo y jinete, empezaban a salir al caer la tarde; entrada la noche se convertía en trinomio si una mozuela subía al anca; inclusive si el caballo se orientaba a los “extramuros” del pueblo, a los nueve meses podía terminar la montada en “polinomio”.
Nacido Gabriel Gonzalez, en Concordia, en el seno de una rica familia, pues en esa época las fortunas todavía no tenían que ser divididas por denominadoras entre quince y veinticinco, que eran los vástagos de aquellas familias sin televisión, tomó el nombre artístico de Botija, con el cual hizo historia. Con la fortuna y educación que recibió, salió a disfrutar el mundo.
Lo de Botija le viene, según algunos historiadores como mi amigo, estudioso y conocedor de la historia del Suroeste, el concordiano Sergio Restrepo, de que su padre fue dueño de una finca en las laderas de Cauca así llamada. A otros, más lógico nos pareció el apodo, por la costumbre de perderse de la mesa en que estaba tomando aguardiente, pasar por la farmacia y tomarse una botija de aceite cristal, lo cual lo dejaba como nuevo para seguir la rumba. Además de que aprovechaba para retocar su impecable peinado.
No hizo carrera el apodo de Carequeso, por lo ruñido que quedó de una viruela infantil, que algunos quisieron ponerle también de remoquete.
Lo lanzó a la fama, el hecho de haberse hecho propietario en una feria de Armenia Mantequilla, del excelente caballo llamado Fantasma. Hermoso trotón galopero, dueño de la fama equina antes de la aparición de Don Danilo. Con Fantasma se recorrió, todas las plazas, en ferias y carnavales y le hacían corrillo donde llegaba.
Tan elegante como su caballo, terminaba parranda en encopetados clubes y mansiones de gamonales de pueblo y aún del elegante Barrio Prado de la joven Bella Villa, donde siempre era bien recibido gracias a sus refinados modales, su culta manera de expresarse y especialmente el trato elegante y saleroso para las damas.
La llegada de Fantasma y Botija y su comitiva, ponía en acción a los pueblos del Suroeste e importantes ciudades como Ibagué, Armenia, Tulua, Manizales y otras. El acompasado y recio Tac,Tac de los cascos invitaba a los curiosos a hacer calle de honor y llenaba los balcones. Especialmente las bellas jóvenes casamenteras, corrían a rebuscarse la mejor “percha” y dejarse ver de “Don Gabriel” a ver si les “daba una montadita”. Aclaro que en Fantasma, porque sé que muchos de ustedes son muy mal pensados.
Cuando hablo de comitiva me refiero a su hija Marta, encargada de exhibir a Fantasma y recibir los trofeos, un numeroso grupo de amigos, algunos como los hermanos Gilberto y Ernesto Garcez Soto sabedores de que andar con Botija era tener puertas abiertas a lo mejor de la fiesta, otros conocedores de su amplitud en el gasto y lo bien surtido de su carriel, lo seguían a todas partes.
Recuerda Jairo Toro, conocido por su nombre artístico de Jairo Rin, estas pragmáticas recomendaciones de Botija:
Vaya a la fija mijo:
Salga pa´ carretera en Toyota.
De vuelta a finca en mula
Cace con metralleta,
Pesque con taco.
Beba con putas
Ya entrado Botija en años pero todavía alegre y dueño de excelente chispa y agradable conversación llegó a unas fiestas a Andes y allí, en compañía de Don Alfonso Mejía Vallejo y otros amigos, hicimos barra para parrandiarnos una Bienal Katía entera. Cabalgatas, bailes, desfiles, serenatas, todo lo disfrutamos.
Tan contento estaba don Alfonso Mejía, en Andes, que cuando llegó el conductor de su señora con el encargo de recogerlo y llevarlo a Medellín. Lo devolvió con esta razón: dígale que igual que Salvador Allende, “yo salgo de aquí en un cajón de pino y con los pies para adelante”.
Yo se que en todas partes tuvieron “paletas”. De leche y coco, de chocolate, de mora, de toda clase de fruta, hasta de limón; pero paletas de “carne y hueso”, sólo tuvimos en Andes. Simpáticas, alegres y bonitas. Elvia y Toño nos sorprendían cada año con una nueva. A pesar a que algunos años, porque eso sí, Elvia, era “añera”, se dañaba la saca y salían con un Gordo, un Mono, un Chicharro, o un Cogote, es decir un paleto macho. Pero bueno, aceptemos que estos también eran necesarios para el público femenino.
Dálila, La Paleta por antonomasia, una de las las mayores, por lo franca y directa en el hablar, por lo descomplicada e irreverente, por sus inteligentes apuntes, hizo historia. Diría que alcanzó a ser novelable.
Una radiante mañana de fiestas, por el frente de la mesa en del Café Regina, en que los de la mencionada barra, calmábamos guayabo, pasó la susodicha Dálila: Vestido rojo completo, chaqueta y pantalón forrado, hermosa camisa de encaje. Pelo amarrado con cinta y moño del mismo color. Un bizcocho diríamos hoy.
Botija que la alcanza a ver y se deja venir, con uno de sus subidos y floridos piropos, que a pesar de lo canchera y lo acostumbrada a ello, que estaba la dama de marras, la hizo ruborizar.
Lo miró de medio lado, puso la mano en jarra, paró la bella nalga apuntalada en los dedos del pie derecho y en tono fuerte le dijo: ve este viejo, acabado, carirruñido…..pa´ lo que servirá.
Se paró Botija con mucha ceremonia, enderezó su sombrero, tomó aire por su torcida nariz, con una mano en el pecho y señalando a la Paleta con la otra le dijo: Pues vea usted señora, yo no seré ninguna metralleta. ¡Pero su balacito si se lo pego!
Benicio Uribe E.
Medellín, Mayo 17 de 2011.
Posdata: Botija no hizo bien las cuentas y acabó primero con la plata que con la vida. Por lo que tuvo una vejez difícil. Murió en Medellín, a finales del siglo pasado. Después lo siguió su esposa Cristina Villa, insigne matrona también de Concordia, que amó y entendió este simpático y querido loco.

viernes, 29 de abril de 2011

Malasombra en la Vega del Inglés

 

Malasombra en la Vega del Inglés.

Apareció en Peque por allá por los años sesenta del siglo XX un extraño personaje: sombrero gardeliano, vestido de paño, de origen inglés; corbata y pisa corbata, mancornas y reloj con leontina, amén de zapatillas ¨encharoladas¨.

Con mucha elegancia y a la manera de los dignatarios de las altas, cortes llevaba en su mano derecha, apretado a su cuerpo, uno de esos códigos que en Colombia abundan.  Salía de la única pensión de la plaza y se dirigía a la alcaldía, a donde llegó, a tomar posesión del importante cargo de Inspector del Corregimiento de la Vega del Inglés, rodeado de la algarabía de los muchachos de la escuela y abrazado por bobo del pueblo, que no lo dejaba zafar.

Preguntado por el señor alcalde, acerca de la elegante indumentaria, innecesaria en tierra de indios y gente humilde respondió, que era su primer cargo en la administración pública, que se preparaba para altas dignidades y que la primera impresión era la que valía.

Nuestra historia empieza, en una de las oficinas del viejo Palacio de Calibío de la ciudad de Medellín, a donde acudía diariamente el ahora inspector,  a reclamar del gobernador, le premiara   su abolengo y merito político con una ¨coloca¨.

Se  disculpó el señor gobernador, por medio de un subalterno, de lo retirado, lo pobre y desconocido del lugar de trabajo, argumentando, que le recomendaba empezar en ese sencillo caserío, dada la poca experiencia para esos menesteres del nuevo funcionario, a quien no quería quemar con un cargo complicado, pues lo tenía   destinado para grandes cosas. Le recomendaba eso sí, aprovechar al máximo este retiro para estudiar.

Pensando que Abraham Lincon y Marco Fidel Suarez, también habían empezado de cero, se consoló nuestro inspector.

Manifestó el funcionario de la gobernación, que tanto lo apreciaba el señor gobernador, que lo autorizaba para conseguir un secretario de inspección a su amaño y de su entera confianza, por no decirle que nadie se le había querido apuntar a ese ¨chicharrón¨.

Después de perder quince días, ofreciendo a ¨cuanto perro o gato¨ se encontraba, terminó el Inspector por aceptar la recomendación del Mono Pequillo, conocedor como el que más, de todos   los vagos andinos que vivían en Medellín.

Aseguraba Pequillo que el único, que de pronto se le apuntaba  viajar a ese destierro era Malasombra. Quien de paso era Liberal, ideal para cumplir con el requisito de la paridad política obligatoria en esos tiempos de Frente Nacional.

Malasombra, por ese entonces era un motañero aventajado en el conocimiento de los vericuetos y marullas de la Tacita de Plata y como tal, estaba dedicado  atender a cuanto ¨uñiparado¨ con platica aparecía, con la disculpa de protegerlo, de ladrones y demás peligros que amenazaban en la Villa. Los asesoraba en inversiones, ya fuera en vehículos, casas, edificios y negocios, en todas las cuales se ¨jactaba¨ de ser el más versado y de lo cual recibía merecidas comisiones.

De paso, se bebía al feligrés en los mejores sitios de la ciudad, tales como la Curva del Bosque, las Camelias y la fonda de Marta Pintuco. Si la víctima estaba bien caleta, se hacía acreedor a un paseo a jugar dado a la Raya, donde Malasombra tenía unos amigos ¨muy honrados¨. De allí salía el pobre montañero, limpio como ¨culo de angelito¨ y listo para volver  a la provincia  de origen.

Pocos alcanzaron la dignidad de asistir a gallos en Cantaclaro, pues este lugar estaba destinado a la ¨creme y nata¨ de Medellín, para lo cual, no ayudaba el poco honorifico título, de hijo del olvidado pueblito de San José de Andes, que ostentaba el comisionista. Debo aclarar que  el citado corregimiento de Andes ha sido famoso por ser cuna de personajes de regulares mañas. Muy buenos amigos: pero de lo ajeno. 

No fue fácil para el inspector, convencer a Malasombra para que lo acompañara. Hubo necesidad de acudir a todo tipo de argumentos: de parentesco, amistad, paisanaje y de conveniencia. Si el inspector llagaba a ser alcalde, el secretario lo sería de gobierno municipal, para envidia de los  patos de San Fernando, Ganadero y la Bastilla. Se comprometió además a que el sueldo lo partirían en iguales cantidades.

Le hizo caer en cuenta además, de que en el negocio de atender montaraces, le habían puesto una seria competencia El Pájaro Azul, Bernardo Herrera y Millón y Medio. Paisanos suyos más ¨carretudos¨, mejor relacionados, pero sobre todo, se lo llevaban en los cachos, con su vestimenta a lo Dandy, con la cual mandaban la parada en elegancia, en la Medellín de la época.

A tal punto insistió el Inspector, que en alguna ocasión, Gabriel Arango y Libardo Sierra le recomendaron que  no le  rogara más, que hiciera valer su autoridad  y se lo llevara detenido.

Pedro María Escobar le advirtió al posible secretario: yo se que vos con esos dados cargados "sos más peligroso que un chocolate crudo"… pero ojo que por allá te comen vivo.




Malasombra sacó toda su artillería: que eso quedaba tres jornadas a pie mas allá de la pm, que los micos se morían de aburrición...pero especialmente, que no podía suspender un tratamiento para una enfermedad que sufría en las ¨partes nobles¨, por usarlas en sitios vulgares, la cual ya le había hecho acreedor al cariño de todas las enfermeras y médicos del Instituto Profiláctico de Antioquia. Donde además, el señor director lo esperaba diariamente,
para invitarlo a tomar tinto y disfrutar de la agradable conversa de nuestro protagonista.

A esto último le respondieron el inspector y sus amigos que precisamente  la Vega del Inglés seria propicia, a falta de  damiselas para una cura definitiva.

De todas maneras, sin saber que inclinó la balanza en favor del viaje, una  lluviosa noche, resultaron los dos personajes en un camión de escalera, que los descargó en Uramita.

Se enrolaron en una caravana hasta  Juntas, a donde llegó Malasombra con los pies ampollados y llenos de peladuras, pues no se le tenían en las abarcas a causa del pantano.

Allí se adelantó el guía, alcanzó un arriero que ya había partido y lo convenció para que devolviera dos mulas, para llevar a los ilustres personajes.

Entonces fue la primera discrepancia: pues Malasombra decía, que si iban a ocupar una mula, con el baúl para ¨el flux¨, que llevaba el Inspector para su posesión, que él no caminaría. El problema se solucionó con prestarle la mula a la máxima autoridad solamente al hacer su ingreso al pueblo. El resto del camino lo hizo a pie el señor inspector, pues ni por el verraco se iba a posesionar vestido de civil como un montañero cualquiera.

A poco andar, encontraron un cuadro que sólo Cervantes hubiera descrito en todos sus detalles: Un grupo de policías campesinos conducía hacia la Colonia Penal Agrícola de Antadó, a varios detenidos en acalorada trifulca, pues los reclusos se negaban a avanzar,si no les daban más comida y los policías explicaban, que era lo único que podían ofrecer,con veintidós centavos diarios de viáticos, que el gobierno pagaba por cada recluso.

Como el tenebroso bandido,  Félix Caldas se tiró al suelo y se negó a avanzar, lo amarraron de pies y manos lo colgaron de una vara larga y siguieron con él, un policía adelante y otro atrás, relevando aquel a quien la vara pelaba los hombros.

Así llegaron después de larga jornada: el Inspector a horcajadas encima de la enjalma y Malasombra,  pegado de la cola y caminando como Chencha a causa de las peladuras y ampollas.


En la pesebrera del arriero, pasaron nuestros dos angelitos el primer día, sobre esteras, entre enjalmas y aparejos. Acompañados de ratones y niguas durmieron hasta bien entrado el día siguiente, que se levantaron a tomar razón de la oficina.

Sus antecesores iban lejos, pero dejaron una señora vecina con el inventario:
Un revolver sin tambor y una peinilla oxidada eran las armas de dotación, una máquina de escribir vieja, una mesa con la mitad del tablero quemada, además de un cuadro muy común por la época, que representa  la puerta de entrada a los infiernos, con el letrero que parecía premonitorio para la situación de nuestros amigos  PERDED TODA ESPERNZA.

El paso siguiente fue conseguir vivienda. Se acomodaron en una pequeña pieza, con una ventana que si se abría los mataba el frio y si se cerraba se volvía insoportable por los estragos que hacía en el estómago de nuestros amigos, la casi única comida del lugar: frisoles.

Ya instalados, procedió el señor inspector a viajar a su posesión. Lo cual aprovecho  Malasombra para conocer unos  cuartos para jugar dado y los lugares de pesca de la quebrada que pasaba cerca. Esto, a pesar de las múltiples recomendaciones del Inspector, de que avanzara en el estudio del Código, como preparación para el futuro cargo de Secretario de Gobierno Municipal.

La primera actividad de carácter oficial, que el señor inspector se propuso, fue adelantar una requisa, Malasombra se puso la mano en la cabeza y le dijo que como se le ocurría torear esa medio ¨carajadita¨ de bandidos que había allá. Finalmente accedió el avispado secretario, a adelantar la diligencia, pero le dijo al señor Inspector que se quedara en la puerta de la cantina, para que no se fuera volar ninguno, mientras él, que era experto en esos temas adelantaba la requisa:

Corra esa peinilla para atrás que no se la vaya a ver el Inspector, le dijo a uno, envuelva mejor ese cuchillo que nos encartamos con ese viejo de la puerta, le dijo al otro, encalete ese revólver entre la mesa y así sucesivamente… todo muy bien señor Inspector…. este es un pueblo de paz, ninguna novedad.  

Enterados, de que en la única parte que se conseguía carne de res, era en la Colonia Penal, procedieron a organizar visita oficial y saludo, al Señor director Baltazar González, de elevado y apuesto porte militar, recias y firmes costumbres godas, quien de inmediato filó a todos los reclusos, para rendirle homenaje a tan ilustres visitantes, pues perdonó a Malasombra su condición de Manzanillo, dadas las calidades Azulejas del señor Inspector.



Se informaron de las dificultades de los detenidos, pues si bien producían abundante comida, la ropa era tan escaza, que les tocaba salir a trabajar casi desnudos y cuando quedaban en libertad, tenían que esperar a los que ingresaban para apoderarse de sus ropas y poder salir vestidos.
Un doble cerrojo en pasos obligados, conocido por los policías campesinos, hacía imposible cualquier intento de fuga.

La visita terminó con el esperado compromiso, de envío semanal de la remesa de carne, que se cumplió hasta el final, pues don Baltazar era hombre de palabra.         

Rápidamente, el señor inspector se dio cuenta, de que la única niña ¨floja de cascos¨ era la moza de un policía. Resolvió entonces enviarlo a Peque, con el ficticio encargo de esperar el decreto que elevaba a la Vega del Inglés a la categoría de Municipio. Mejor dicho lo mandó por el ¨tenete allᨠcomo decía mi tia Mirian.

El Inspector se acicaló con la muchareja, pero allí también hizo Malasombra valer sus derechos. ¿Como la vas a dejar pa´ vos solo? Me la deja dos días a mí, a me largo. El señor Inspector entró en ¨pico y placa¨ sexual Martes y Viernes.

La desgracia consistió, en que al parecer la niña se burlaba de las máximas autoridades y rápidamente, toda la población resultó contagiada de la enfermedad en las partes nobles.    

Muy anunciada era la visita mensual de las autoridades a casa de las hermanas Arango la ¨Jay¨ del corregimiento, que los invitaban a tomar el algo, después de que llegaba la mulada con la remesa. Dice Malasombra que “no daban nada”, sólo vino Cinzzano y galleticas de soda.

La proximidad la visita pastoral de Monseñor Builes, era anunciada a todos los habitantes, por el retiro de vacas, caballos y gallinas de la Iglesia para su aseo. Aparecía el ilustre Prelado en su elegante mula, repartiendo bendiciones a unos e increpando a los liberales a pronta conversión.

Después de confesar a tres o cuatro feligreses, se paro enardecido del confesionario. ¿Cuál enfermedad en las partes nobles? Aquí lo que hay es una gonorrea la verraca y de inmediato envió la orden a Ituango, para el envío urgente de una Brigada de Salud.

Terminó Monseñor visita con misa solemne, amenaza de fuego eterno para los que continuaran en el pecado y la recomendación para el voto azul en la siguiente contienda electoral, si no querían ver todo el país en el infierno por culpa de los manzanillos.    

La brigada de de salud examinó uno a uno a los feligreses y aplicó inyecciones de Bismuto a todos los contagiados. Malasombra dada la gravedad de su infección crónica, fue trasladado a Ituango, para un tratamiento de diez días.

Tan dolorosas eran las inyecciones, que todavía se le vienen las lágrimas recordándolas. Pero le curaron la enfermedad y los ¨relinchos¨ para terminar siendo el hombre fiel a su mujer, que todavía es.

La aventura empezó su final, cuando leyó nuestro inspector, un pedazo de periódico, en los que llegaba envuelta la mercancía para la tienda de abarrotes y que nuestros dos personajes, recogían juiciosamente a falta de radio y televisión para enterarse de lo que ocurría más allá de su destierro.

El país rebozaba de júbilo con el presidente Carlos Lleras Restrepo, que golpeando con el índice derecho su reloj, mandó a dormir al país entero. Mano fuerte es lo que necesita este país, pensó nuestro funcionario.

Al regreso de su siguiente viaje a Peque, a cobrar el sueldo y muy a pesar de las reiteradas recomendaciones de beber ciencia en el Código, encontró a Malasombra y sus amigos bebiendo, pero aguardiente y jugando dado en la Inspección.

!Quedan todos detenidos!  Exclamó.
Trató de recoger los dados, pero Malasombra lo atajó.
No vas a tocar esos dados viejo hijueputa y dame mi sueldo que me largo.
Esto que oye el Inspector y se lanza de rodillas a abrazarlo, ¿cómo me vas a dejar si sos mi hermano?
¿Qué va a decir tu mamá cuando te vea llegar sin mí?
Levántese, deje de ser llorón viejo ¨sistmático¨.
No me levanto de aquí, hasta que no me prometa que no vas a suspender esta carrera tan linda que llevamos.

A regañadientes y por pena de los otros compañeros de juerga, tuvo que aceptar a decirle que no se iba.

A las cuatro de la mañana del siguiente día, empezó nuestro hombre a empacar. Conocedor el Inspector de lo ¨rascapulgas¨ y resuelto que era Malasombra, le dijo que lo esperara a presentar la renuncia y a despedirse que él también se iba. Pero la recua ya salía y no hubo ¨tutía¨.

El Inspector miró melancólicamente y por última vez el baúl con el vestido y después a Malasombra. Rápidamente éste se le adelantó: ¡deje esas ¨mechas¨ ahí. Eso ya está pasado de moda. Y además… usted no va a ser alcalde en ninguna parte!


P.S.

El Inspector de marras terminó jubilado como secretario de un importante Banco de Medellín.

El Secretario vive rodeado del cariño de su señora, su familia y sus amigos en un pequeño pueblo de Antioquia, a donde acuden turistas de todo el mundo a conocer el simpático personaje protagonista de tan entretenidas aventuras.

Benicio Uribe E.

Medellín Julio 27 de 2009.

miércoles, 27 de abril de 2011

Los cuentos de Lucio Marín.
San Carlos, municipio del Sureste u Oriente lejano de Antioquia, fue en sus comienzos, bodega y posada para arrieros que se desplazaban de Puerto Nare en el Magdalena Medio a Medellín y viceversa. Rico en maderas, el comino la más codiciada de ellas; de sus bosques salió, mucha para las traviesas, de las primera líneas de los Ferrocarriles Nacionales y para construcción y ebanistería de todo el país.
Puede considerarse además, junto con San Luis, la primera avanzada de los habitantes del Valle de San Nicolás y Marinilla, en el Magdalena Medio.
Las bodegas, el transporte en bueyes, el comercio y la ganadería permitieron la acumulación de riqueza necesaria para la cimentación de un municipio próspero y pacífico.
Pero como he dicho siempre: “a los paisas viejos debieron de haberlos capado”, vino una generación de hijos calaveras, que se dedicó a “vivir del impulso”, a consumir la riqueza acumulada con el sudor y la verraquera de los viejos, de todas las formas posibles.
Se dedicaron pues, en su juventud, quienes más adelante, serían aventajados empresarios en otras regiones, a la parranda, las riñas de gallo, las cabalgatas, el juego de dado, el baile y las serenatas, de todo lo cual se curaban bañándose en sus hermosos ríos, acompañados del infaltable sancocho de gallina y el aguardiente.
Pero Chucho, que parece que fuera envidioso y además los quería castigar, mandó la guerrilla, a que los “ventiara” de ese paraíso. No lo quiso hacer personalmente como a Adán y Eva, porque eso todavía se lo sacan en cara.
Y fueron desfilando Toño Restrepo, Lucio Marín, Muñeco ( Abrahan Garcia )  los hermanos Alfonso, Jesús y Manuel Ramírez, Carlos Guarín y los Parra, con Julio a la cabeza. Cuando estos últimos salieron dejaron un vacio inmenso en el pueblo. ¡Pues claro si eran como mil y la mama!
Toño, montañero de más salida y graduado como arriero de mulas, cayó al Jardín hoy corregimiento de Cáceres y se “encabó” arrastrando maderas, especialmente estacones para las fincas, que los ganaderos antioqueños empezaban a abrir, estimulados por la apertura de la carretera a la Costa, la novedosa yaragua Uribe y la candela.
Pronto Toño consiguió coteja. Lo encantó con su “labia” ,Jorge Mejía, desterrado de Ciudad Bolívar, pues después de la “machacada” que Papineda, le pegó  en el Barrio. No se aguantó las burlas de todos los patos, encabezados por el inolvidable Grillín ( Julio Martín Uribe ) que en agradables versos, narró el convulsionado e histórico episodio.
Era Jorge, el Negro, como lo llamábamos los amigos, un excelente conversador, amplio y muy atento. Juntos en la finca Dinamarca, que compraron en compañía, organizaron la acogedora embajada de los paisas, en el Bajo Cauca.
Tras las huellas de Toño, llegaron muchos de los desplazados de San Carlos y de otras partes. La Pequeña Lulú, Alberto Peláez, Efrén Montoya, Jesús Viera, Cristobal Mejía, Pedro Villa, Carlos Uribe y muchos más.
Visitantes ocasionales ilustres y no tanto fueron: don Ernesto Garcez, Carlos Trujillo, Alberto Uribe, Pablito Tamayo, Raúl Ochoa "la Mama", el Brujo Oscar Vélez, Augusto Alvarez, los Velásquez (Raúl,Guillermo y Octavio) en fín la "flor y nata de la boñiga antioqueña", en su diáspora hacia las tierras llanas y calientes del Norte de Colombia.
Pero allá también les llegó, la delincuencia y después de “toriarla” muchos años, hoy viven su retiro, recordando sus buenos tiempos en los “tintiaderos de Medellín”. En agradables tertulias presididas por el patriarcal Toño.  Que con la edad cogió “carita de yonofui”.
Cuenta Lucio, que en alguna ocasión estaba Manuel Ramírez con su padre Luis, en la carnicería de la plaza y llegó un campesino a ofrecerle unos marranos gordos que tenía en El Jordán. Descartó el viejo el negocio;era muy lejos ese paraje y a su edad no estaba para esos “trotes”. Esto que oye el vástago,e inmediatamente se ofrece para esa tarea. El, los compraría baratos y personalmente los traería.
Antes de cerrar la carnicería, saco don Luis, del bolsillo del ensangrentado delantal y le entregó a éste, que se ofrecía como soporte de su vejez, trescientos arrugados pesos.
Camino a la casa, se encontró Manuel a Lucio Marín, quien lo invitó a un aguardiente y… “eso fuimos en esta vida”. A las once de la noche después de llevar serenata cayó en cuenta Manuel del “hueco” que le había hecho al “principal” y armó el plan. ¡Préstame Lucio el caballo de tu papá que no soy capaz de ir a pie en este guayabo!
Sacó Lucio el cabezal y de la manga, pequeño potrero urbano,  que todo rico de pueblo debía tener, sacaron el caballo. La madre de Lucio, les armó cena para que no fueran a pasar trabajos y salieron. Manuel pidió la silla para el viaje de ida, pues al regreso, le tocaba arriar los marranos.
 Ya Manuel con las riendas del caballo en la mano cambio de rumbo y se dirigió al paraje el Chocó donde tres horas más tarde cogió una escalera para Medellín. Dejando a Lucio con la única alternativa de regresarse sólo en el caballo.  
¡Ojitos que te vuelvan a ver! El cómplice del delito llegó a San Carlos, con el compromiso de no contar el camino que había cogido, el ahora prófugo.
Pero “todo se sabe en la Viña del Señor” y pronto llegó a San Carlos la noticia, de que Manuel estaba muy bien instalado con un restaurante que había “pisado”, con lo que le sobró de la beba. Se consiguió una moza y puso a trabajar un paisano “descolocado”, como cocinero.
Con todo el que salía para Medellín, le mandaba razón don Luis a Manuel, que no se fuera a aparecer por el Pueblo, que ya le había quitado el apellido y estaba desheredado.
Rápidamente, la salud del decepcionado anciano se deterioró y cayó a la cama moribundo.
Temerosas las hijas de que su padre fuera a morir en pecado mortal de ira, lo que lo tiraría “ipso facto” a la “paila mocha”,  le preguntaron al viejo, que si mandaban por Manuel para que lo perdonara y le diera la bendición. Después de la “extremaunción” y “los santos óleos”, era lo único que las hijas veían como obstáculo para la entrada al Cielo, de este que sería un nuevo San Luis.
¡Que venga, contestó el agonizante anciano,pero con la condición de que traiga los trescientos pesos, para que pague siquiera mi entierro!     

Benicio Uribe E.
Marzo 9 de 2011.