jueves, 25 de agosto de 2011

Carta a Bolsillo

Carta a Bolsillo.
Querido amigo Bolsillo. Hago este viraje subliminal a tu apodo, para señalarte el lugar donde debieron permanecer tus puños aquella fatídica noche. Muchas veces, actuando como director técnico, te vimos pasear de un lado a otro, furioso, con lo cachetes inflados y los ojos brotados, los puños en los bolsillos de la camisa de la sudadera, para no “matar y comer del muerto” con los errores u omisiones de tus dirigidos.
Inteligente decisión esa de mantener las te manos en los bolsillos de la chaqueta, pues si las hubieras llevado a los del pantalón, estarías herniado o mutilado.
Sólo te veíamos esgrimir las manos, para enfrentar las críticas de los fanáticos o para auparlos contra el contrincante. Hasta ahí, “vaya y venga”, pero enarbolarlas para propinar a tu enigmática compañera cuatro “jabs”, si fue “la que el gato no tapó”, como decía mi tía Mirian.
Muchos días pensando en escribirte, buscando argumentos para “dorar la píldora” a tu favor, pues tienes méritos que todos los colombianos te debemos reconocer. Pero me he abstenido de hacerlo, por temor a que me ocurra lo que le pasó a la Senadora Natalia, que “empeoró la mejoría”. Perdón Natalia es la modelo: “si la cascaron fue porque se la gano”. La ley del Talión del bajo mundo, de la camorra, en las altas esferas legislativas del país.” Manes de la democracia”.
O el alto dirigente de la Federación Colombiana de Futbol, quien a mi modo de ver, también quedó cobijado con el guiño del Señor Presidente Santos para tu retiro: “no podemos correr el riesgo de perder la clasificación al mundial de futbol”, rebuznó.
¿Qué le tendremos que tolerar o alcahuetear a nuestro entrenador de futbol para ser campeones mundiales?
Le diste un plato suculento al periodismo amarillista del país y a veces pienso que lo de revelar el nombre de tu acompañante se lo estén guardando para el postre. Pero bueno, son los riesgos de la vida pública en un mundo que necesita para su goce “hacer leña del árbol caído”.
Si hubiéramos hablado antes te hubiera trasmitido la enseñanza que recibí de la señorita Lorenza: “a la mujer no se le debe tocar ni con el pétalo de una rosa”.
Yo no le hice caso del todo y algo me he defendido, pero mi querida educadora, por ser tan apegada a esta norma, a sus cercanos ochenta, todavía es “Señorita”.
Uno nunca sabe que le depara el destino. Por lo pronto te estoy recomendando para entrenador nacional de Boxeo.
Un abrazo.
Benicio Uribe E.
Agosto 25 de 2011.