martes, 13 de diciembre de 2011

Alejandro Magno III

Siguiendo con la historia de nuestro hombre, debo decirles para no pasar por mentiroso, que esto es una historia muy volátil. Me explico: dice Seudocalistenes que es mi fuente de cabecera, que el primer amanuense que recopiló la historia, tenía todos los documentos listos, es decir cartas, partidas de bautismo, actas, proclamas, boletas de prendería, notas de servilletas, sumarios, certificados de defunción (ustedes saben que los historiadores se pegan de todo), arrumados uno encima de otro, muy ordenaditos, cuando en esas llegó la mujer, le abrió la puerta de la cueva donde estaba trabajando y se entró un ventarrón, que mandó papeles a la porra.
Como pudo volvió y los organizó, pero la historia quedó como si en vez de andar a caballo, Alejandro lo hiciera en Jet. Se acostaba aquí y al otro día amanecía guerreando en los mismos infiernos. Por eso no se pongan a tratar de seguir la ruta en Google, que se enloquecen. Además ya casi todos esos nombres los han cambiado. Pues lo mismo que aquí, todo político que llega quiere inmortalizar el nombre de su mamá o su moza. No la suya “ombe letor” sino la del político.
Nuestro historiador es Seudo Calístenes, pues el verdadero Calístenes fue el que inventó la calistenia, que según el Pequeño Larrouse Ilustrado “es la actividad encaminada a embellecer el cuerpo y fortalecer los músculos”, que con tanta devoción practicamos a diario Amparito Grisales y yo.
Y repito: sigamos que ahora si están ubicados. Lo primero que hizo cuando se le metió en la cabeza la “inguandia”, de conquistar el mundo fue desenterrar una caleta que dejó Filipo y enfierró a todo mundo. Se inventó la disculpa de que como eran cultos y de mejor familia, mejor dicho la "creme" del mundo, no tenían porque pagar tributo a nadie.
A los viejos que se querían quedar tomando tinto en las mesitas de la plaza, o en las bancas del parque, les asentó las espuelas; que para hacer chismes y hablar mal de todo mundo si no estaban viejos. Se los llevó. Que se fueran detrás, que por lo menos hicieran bulto, que mientras más gente viera el enemigo, más miedo le iba a dar. Si los hubiera dejado cuidando las viejas hubieran hecho más daños que un mico en un pesebre.
De todas partes de Macedonia empezó a brotar gente. Fue llegando hasta el perro y el gato, hasta que ajustó como setenta mil peludos. Unos a caballo, otros con arcos, el resto con garrotes, caucheras, piedras o lo que resultara.
Mientras iba practicando con los ilirios, los peonios y los tríbalos, se le rebotaron los griegos, que le comieron carreta a Demóstenes, que les dijo que Ale había muerto. Pero les supo a leche de perra.
Desde eso la humanidad le tiene tanta ojeriza a los lengüilargos y habladores como Demóstenes y sus alumnos los abogados.
Entrando a Tebas se encontró un músico mas bueno que un diablo, un tal Ismenias y mientras este le tocaba una, los guerreros tumbaban otra. Hasta que acabaron con todo, sólo dejó en pie la casa de Píndaro, por si de pronto necesitaba donde pasar una maluquera.
De aquí para adelante si fue como soplando y haciendo botellas. Cuando iba acercándose a una ciudad, le salía la gente con la vacuna, que ya les dije que en esa época se llamaba tributo. Los más arrancados y los más chichipatos le salían con coronas, higos, maní, queso de cabra, pero nadie manivacío.
Bueno, en unas piraguas se atravesó el mar hasta Asia, se bajó a la playa, clavó la lanza “y muy gritaito y muy zapatiado”, dejó razón a todos que se tuvieran fino, que iba a tirar playa unos días a Sicilia y que ya volvía.
Los romanos, que al igual que los italianos de hoy, no tienen nada de bobitos le salieron con coronas, pero de oro, toda clase de piedras preciosas y talentos, que eran como los euros de hoy y con eso lo tranzaron. Hasta soldados a caballo le prestaron.
Los cartagineses salieron a rogarle que nos les fuera a dañar la ciudad porque no tenían con que pagarle. “Si no quieren pagar tributo deben fortalecerse”, les dijo, en estos días vuelvo y me dan la vacuna o nos medimos los tomines.
En el primer revuelo con los sátrapas de Dario, no le vieron ni media. Les mando un par de espuelazos que no se vio sino el polvero.
Lean con las que se nos viene este Falso Calístenes que a lo mejor lo pusieron así por embustero. Textualmente: “Conquistó Frigia, Licia y Panfilia en la que ocurrió un portento. Como Alejandro no tenía naves, una parte del mar se retiró para que su infantería pudiera cruzar a pie”. O sea el mismo cuentico de Moisés. Ni que el mar fuera una pereirana, que dicen que se abre a todo el que se le pone al frente.
Se apoderó de la caja fuerte de Sardes y como en la batalla anterior también había pañado alguito, empezó a sobrarle y a mandar remezas de talentos y joyas, para los griegos y para Olimpiades: que gastara en lo necesario, que tomara Frescola y Carta Roja y con lo que fuera sobrando le abriera una cuenta en Conavi, para cuando él volviera.
Bueno dejemos por hoy que con este clima tan cambiático, da mucho sueño.

Benicio Uribe E.