sábado, 3 de septiembre de 2011

El Padre Roldan y Malasombra

El padre Roldán y Malasombra.

Siempre dijeron las señoras que el padre Roldán era un ministro de Dios muy humano. Más tarde lo entendí, cuando observé que como tal se recreaba en los mismos placeres que gustaban a los hijos de Eva: el traguito, las mujeres y la platica; de lo cual dan fe los fieles de las muchas parroquias de sus primeros años de ejercicio sacerdotal, de las cuales hubo de ser "trasladado" cuando al señor obispo “se le llenaba la taza¨, con las quejas por sus pilatunas.

Los ¨sapeos¨ de los feligreses, como él los llamaba, enterando a la máxima autoridad de la diócesis de las andanzas del curita, terminaban con la disculpa de que eran chismes de los ¨chusmeros¨ liberales, que querían acabar con la Iglesia.

Reconvenido y preavisado, pero absuelto y con votos de regeneración, regresaba el padrecito a su labor pastoral.

Cuando hablamos de padrecito hacemos alusión a su baja estatura corporal, pues era por todos tenido como grande en santidad y sabiduría.

Cansado el señor obispo de Jericó de luchar con esta oveja descarriada, resolvió castigarlo mandándolo como coadjutor a la vereda La Clara. La escasez de pastores y la abundancia de almas por atraer para el Cielo obligaban al Obispo a tratar de encaminar al díscolo curita por el camino del bien.

Era La Clara una vereda apartada del municipio de Salgar. Su acceso por camino de herradura y lo trasmano para todo tipo de comunicación garantizaba por lo menos al señor Obispo, la no frecuente recepción de malas noticias del presbítero.

Sabedor nuestro buen hombre del agua que lo mojaba, para recorrer caminos escarpados, estrechos y pantanosos, se compró en Salgar la mejor mula: grande, robusta, elegante, ligera y mansa, De ahí en adelante adquirió apellido el noble animal: pasó a ser LA MULA DEL CURA.

Octavio Ochoa, talabartero reconocido de Salgar, aperó la sacra mula “a todo meter”, como dicen allá, hecho lo cual se adentró el santo binomio hacia su destierro.

Todo parecía favorecer la hoja de vida de nuestro cura, pero el diablo es diablo y lean lo que pasó:

Llaman al padre a Medellín a dar vuelta a su anciana madre, que estaba muy enferma, y el buen hijo viaja en forma inmediata a atenderla y acompañarla.

Recuperada la señora, especialmente con el afecto y bendiciones de su santo hijo, organiza este, el viaje de regreso. Como último deseo de madre, le pide al sacerdote que se lleve bajo su divino manto a un nieto descarriado, para que con el ejemplo de las buenas costumbres del sacerdote, lo lleve por el camino del bien.

Era convaleciente el nieto de una puñalada que le pegaron en Primavera, peleando por una ¨vieja¨, y de la cual escapó con vida, sólo porque Chuchito lo tenía para grandes cosas, como más adelante se sabrá. Pero además, para reforzar, había visitado con la abuela al Señor Caído de Girardota y le había prometido no volver a jugar con dados cargados, no visitar más a mujeres de mala vida, ni volver a alzar el codo. Un joven así de ¨acondutao¨ estaba “que ni pintao¨ para sacristán.

Además, reafirmó la abuela su tesis con el cuento de que… los habitantes de La Clara se iban a sentir orgullosos de tener en la casa de Dios un ayudante tan bien parecido, tan ¨entendido¨ y, sobre todo, tan buen conversador.

Antes de entrar a Salgar, ¨arribita¨ del puente Restrepo, se bajo el Cura de la “escalera” tomaron en Medellín. No quería nuestro santo sacerdote que la picadurita de mosco que le había recomendado su madre, se enterara de las tentaciones que La Cañada de Cosme, ofrecía a personajes tan proclives a la juerga como nuestro Malasombra, que así se apodaba el sobrino de marras.

Al pelo todo, no reposan en los anales de la Inspección de La Clara quejas contra ninguno de nuestros dos ilustres personajes; ninguna comunicación de la diócesis, ni habla la tradición lugareña de alteración alguna. Es posible que los parroquianos por temor a quedarse nuevamente sin intermediario celestial hubieran perdonado algunos pecadillos. O que poco significaba para estos recios hombres, curtidos en la violencia que los azotó tan duro, un curita y el sacristán bailando y bebiendo en la fonda, y entrando amiguitas a la casa cural.

Sólo menciona la historia, de romerías para La Plancha, salves en Montebello, misas en Troya, peregrinaciones al León, es decir propagando la fe en esas tierras de Dios. Eso sí, animados regresos con cafecito para el Señor Caído, pasilla para la Virgen, yucas y plátanos para San Isidro, pintura para la capilla, cemento para la casa cural, gallinitas colgadas en la cabeza de la silla, y los billeticos que salían de debajo del colchón campesino, en las alforjas, es decir, todo era generosidad para cura y acólito tan queridos. Ni se veía la mula, de lo tapada en regalos. Atrás, Malasombra con un costal al hombro, renegando con lo que no se le pudo colgar a la mula.

Pero como ya habíamos dicho, el diablo es diablo, y cansado nuestro Malasombra de oír a los lugareños, que bajaban los domingos al pueblo a mercar, o mensualmente a la feria de ganados, las historias de fiestas, carreras de caballos, jugarretas de dado, y toda clase de parranda, se inventó un dolor de muela muy agudo: se hinchó la cara con un “culo” de avispa y lloró hasta convencer al Cura que le debía prestar la mula, y hacerle un adelanto de sus honorarios de sacristán, para buscar al dentista, pues argumentaba que no creía en remedios caseros, que la Veterina lo hacía vomitar, que los emplastos nunca le habían servido.

Con la plata del adelanto, y reforzado el bolsillo de atrás con los billetes gruesos que caían a la ponchera, arrancó nuestro enfermo ¨con cara de yo no fui¨ a buscar ayuda médica.

Llegó nuestro hombre a la plaza principal de Salgar y amarró “la mula del cura” en un piñón, al pie del quiosco. Pidió para él un aguardiente y “lo que quieran para los señores”. Poco a poco se fueron acercando los vagos del pueblo a joven tan formal, con cara de respetable y tan buen comprador.

En estas y las otras le preguntaron con mucha timidez si le gustaba echar a rodar las ¨muelas de santa Apolonia¨. Malasombra respondió haciéndose el ¨pendejo¨ que algo había visto jugar en su natal San José, donde sobre todo había aprendido de honradez y decencia en el juego. Pero que sólo se atrevía a jugar con unos dados de parqués que le regaló la abuela, para que no lo fueran a tumbar con dados cargados.

Se entabla la jugarreta y se riega como pólvora la noticia de que había llegado a jugar un ¨marrano¨ con plata.

Treses de a dos pesos para usté; cuatro y uno en pinta para usté; y lo que le queda en paro. Cinco, con aquel, a que gano.

Mientras se persigna un ñato los ¨peló¨ a todos, les dio el pésame por lo de malas que habían estado, y les prometió volver, a darles desquite.

Desamarró la mula, montó en ella, y antes de que cayeran en cuenta de lo que les había pasado, salió en la mula trotando, calle abajo.

Para celebrar la moñona, amarró la mula de las rejas de la ventana de una cantina en Salgar Viejo, sobre la carretera principal. A la vista de Dios y todo el mundo como decía mi mamá, y decidió entrar “a tomarse el último¨.

En la cantina encontró nada menos que a la tete’ caucho, mujer famosa por lo pródiga en caricias, así llamada porque en una pelea le habían cortado ¨UNA¨ de un peinillazo, y para sostener el brassier utilizaba media pelota de letras. Recuerden que no existía la silicona.

Baile aquí, y brinde allá. Y se prolongó el encuentro bajo el amparo de Baco.

Unos campesinos que pasaron para La Clara, a la madrugada siguiente, alertaron al padre Roldán del lugar donde estaba amarrada la mula.

Conocedor el cura de que sólo a él le entregaría su sobrino, su preciado animal, corrió a retirarla de sitio tan peligroso.

Desamarró el reverendo la mula, y salió cabizbajo a montarse, resguardado de las curiosas miradas; pero con tan mala suerte que en ese momento pasaba una ¨escalera¨ con un paseo de las Madres Católicas de Salgar, que iban a comerse un fiambre en La Higuerona.

“Adios, padre Roldán!, le gritaron, todas a una.

El Padre se detuvo, se rascó la cabeza, pensó un momento, y volvió a amarrar la mula.

La dama que salió, cuando el padre tocó la puerta de la no santa casa, le dijo que no fuera a decirle nada a ese señor Malasombra, que estaba muy borracho y muy grocero.

¡Cuál borracho, y cuál grocero!..., ¡llámeme otra puta!, que ahora estamos echados todos dos.

Benicio Uribe E.

Glosario:

Llenar la taza: Cansar a los demás de aguantar una situación.
Pilatuna: Forma casta de llamar las malas acciones o pecados.
Sapos: Testigos que contaban sin necesidad y en forma gratuita lo que no les importaba.
Chusmero: Activista provisto de peinilla o machete para castigar a su opositor político.
Agua que lo mojaba: La situación difícil, que se acerca, o en que se halla.
Coadjutor: Les recomiendo preguntar a un curita amigo. Hace muchos años lo oí.
Acondutao: De muy buenos procederes, y solapadito el hijueputa.
Entendido: Sabedor de muchas cosas
Que ni pintao: El mejor para el caso.
Picadurita de mosco: Mala persona un poco disimulada.
Al pelo: Muy bien
Muelas de santa Apolonia: Casto nombre con que se bautizaron los dados.
Puta: Mujer de mala o buena vida, según de donde se mire.
Marrano: Persona de poca experiencia en alguna actividad, especialmente en el juego.
Pelar: Dejar sin una moneda.
Ponchera: Utensilio de cocina, utilizado para recoger la limosna. Las monedas lanzadas hacia arriba hacían al caer un ruido que despertaba a los que se hacían los dormidos para hacerle conejo a la Iglesia.


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